Las famosas “etiquetas” tienen varias acepciones…Según R.A.E:
"Ceremonial de los estilos, usos y costumbres que se debe guardar en actos
públicos solemnes.
Ceremonia en la manera de tratarse las personas particulares o en actos dela vida privada, a diferencia de los usos de confianza o familiaridad.
Pieza de papel, cartón u otro material semejante, generalmente rectangular, que se coloca en un objeto o en una mercancía para identificación, valoración, clasificación, etc.
Calificación estereotipada y simplificadora".
Es así que la etiqueta puede
llegar a enmarcar toda una serie de cosas, personas y situaciones particulares.
Las etiquetas siempre existieron y fueron manipuladas por el ser humano para
mostrar u ocultar determinada realidad. Explicitas o implícitas, privadas o públicas
no se puede escapar de alguna etiqueta, no si se vive en sociedad. En la
sociedad actual encontramos un nuevo tipo de etiqueta que tiene que ver con la
virtualidad: la etiqueta en las redes sociales. Se trata de un nombre de una o
varias personas que participan o son invitadas a participar de una publicación en
Facebook, Instagram o Twitter. Claro que estoy dando una definición casera,
pero responde a una nueva acepción de la palabra “etiqueta” a la que estábamos acostumbrados.
Cada etiqueta implica toda
una serie de connotaciones, suposiciones y consecuencias. De todas las
definiciones citadas en este escrito, solo la “calificación estereotipada y
simplificadora” posee negatividad. El resto de las definiciones tienen que ver
con los estilos, los nombres que identifican a una persona o producto, las
relaciones en juego.
Le regale un poni a mi hija
por su cumple, y ella dijo:
“que hermosura mami! Es original?”.
Con sus dulces cinco años sabe distinguir entre lo original y la copia, enseguida miró la etiqueta suave que tenía el poni en una pierna trasera. Y ahí comenzó a explicarme que para saber si un juguete era original, yo tenía que observar las etiquetas, si eran gruesas o finas, si eran suaves o ásperas, si estaban cocidas o pegadas. Eso me hizo pensar en este escrito, y en cómo estamos rodeados de etiquetas de toda clase constantemente. Cómo amamos algunas marcas, como adoramos algunos nombres, como disfrutamos al ver que un amigo nos etiqueto en su foto, como nos gusta eventualmente vestirnos bien para la ocasión.
“que hermosura mami! Es original?”.
Con sus dulces cinco años sabe distinguir entre lo original y la copia, enseguida miró la etiqueta suave que tenía el poni en una pierna trasera. Y ahí comenzó a explicarme que para saber si un juguete era original, yo tenía que observar las etiquetas, si eran gruesas o finas, si eran suaves o ásperas, si estaban cocidas o pegadas. Eso me hizo pensar en este escrito, y en cómo estamos rodeados de etiquetas de toda clase constantemente. Cómo amamos algunas marcas, como adoramos algunos nombres, como disfrutamos al ver que un amigo nos etiqueto en su foto, como nos gusta eventualmente vestirnos bien para la ocasión.
Generalmente, las etiquetas
no deberían causar ningún daño, al contrario, deberíamos utilizarlas lo mejor
posible y disfrutar de ellas si sirven para hacer lazo social, compartir y
divertirse con otros, más aun si sirven para definir un estilo singular, más
aun si sirven para darle algún nombre a las cosas, a las relaciones, a los
momentos lindos que tenemos la suerte de vivir.
Estereotipos siempre habrá,
pero el tema de los nombres propios me parece más importante. Por ejemplo, “Psicóloga”
es una etiqueta estereotipada pero que se combina con “Fulanita de tal”, y en esa combinación
la cosa cambia sustancialmente. ¿Cómo pretender que no haya etiquetas?, si las
etiquetas son un nombre, pueden cortar con el estereotipo y la reducción inadecuada,
transformándose en un medio para representarnos y compartir.
J. Lacan decía que hasta que
algo no se nombra, simplemente no existe. El hablaba de la valentía que un ser
humano necesita para poder nombrar las cosas que le incumben, incluso para
poder soportar los nombres que otros nos ofrecen.
Ya que rescato la significación
de la etiqueta como sustituto del nombre propio, comparto esta hermosa frase
del maestro Lacan:
“No hay superación de la
angustia sino cuando el otro se ha nombrado. No hay amor sino de un nombre”.
(Seminario la Angustia, 1963, p. 365).
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