La
dimensión constructiva del síntoma
Artículo publicado en Revista Salud y Trabajo Nº 6
“Uno solo es
responsable en la medida
de su saber hacer”.
J. Lacan (1975)
Aunque Freud haya
tomado este término de la medicina, el síntoma en Psicoanálisis no siempre se
relaciona con la enfermedad. Además de su cara patológica, hay una vertiente constitutiva
del síntoma que aparece en la teoría de S. Freud al afirmar la existencia de
las fobias infantiles.
J. Lacan sugiere una
tercera dimensión del síntoma: la
constructiva. Esta dimensión es la posibilidad (puede suceder o no) de
convertir lo patológico y lo constitutivo del síntoma en un recurso del sujeto,
gracias a un nudo estructural.
Los síntomas representan
una modalidad de goce que toma su vestidura de las fijaciones en distintas
fases del desarrollo libidinal. El síntoma como “formación sustitutiva de una
moción pulsional” le da cuerpo a una satisfacción detenida, en donde cierta
cantidad de energía se estaciona y se consume. En general, puede considerarse
al síntoma como un intento fallido de solución de un conflicto.
En Inhibición,
Síntoma y Angustia, S. Freud se refiere a la extraterritorialidad del síntoma,
en donde lo más ajeno es lo más propio del yo. Por su parte, cuando J. Lacan indaga esta característica paradojal del
síntoma, parece proponer una manera más saludable de resolver esta paradoja.
Al final de su obra,
J. lacan nos invita a pensar de forma pragmática: el síntoma puede ser apropiado
y transformado por el sujeto.
En el seminario El
Sinthome, Lacan se cuestiona nuevamente por la locura, pero esta vez escribe:
“¿de que modo el artificio puede apuntar expresamente a lo que se presenta primeramente como
síntoma?”.
Lacan interroga la
función de la escritura en la vida de J. Joyce, y descubre que su arte fue un
medio para convertir el síntoma en sinthome, marca singular del sujeto. El arte muchas veces sostiene, contiene y
consuela.
Sin embargo, cuando
Lacan se refiere a “saber hacer con el síntoma”, alude al arte como forma (saber
hacer algo con nada) más que como contenido (saber escribir, pintar, diseñar,
etc.).
Esta maniobra del
savoir faire involucra cierto trabajo artístico porque supone una creación a
partir del vacío, creación que se apuntala en la ausencia de relación sexual.
Saber
hacer
significa una transgresión y una apuesta, ya que el sujeto logra trascender el
sufrimiento sin abolirlo.
Del hallazgo del nudo
borromeo, se desprende una provechosa concepción del fin de análisis: el fin de
análisis consiste en una identificación al sinthome, es decir, consiste en
saber arreglárselas con lo que a uno le pasa.
Pero aunque parezca
simple, esto no es tan sencillo. Leonardo Da Vinci demoró siete años en terminar
su obra “La última Cena”…
En un análisis, se
podrían diferenciar tres momentos lógicos:
1)
Un acontecimiento invade causando
sus efectos, la incidencia de lo real se presenta bajo la forma de una
repetición que insiste.
2)
Saber sobre el síntoma. El
síntoma se presenta como formación evasiva que permite al sujeto defenderse o
refugiarse de lo acontecido. El padecimiento es perpetrado por otro. La apuesta
es del analista.
3)
Saber hacer con el síntoma. Implica
una admisión que queda a cargo del sujeto. Sea bueno o malo, es algo que le
ocurre al sujeto y en esta medida es responsable. A partir de esta apropiación
del síntoma, es posible aventurar opciones respecto de lo que se sabe propio.
La apuesta es del sujeto.
En este tercer tiempo,
que es el tiempo del acto, se establece un nuevo acuerdo entre lo real, lo
simbólico y lo imaginario. Afirma Lacan que el sinthome como cuarto nudo es capaz
de reparar o ajustar la estructura por tener una función de nominación que el
mismo sujeto ha podido crear.
Una transformación
drástica puede observarse en el analizante cuando encuentra una respuesta para
su pregunta por el ser, porque empiezan a surgir las oportunidades y los medios.
En virtud de un
artificio, lo fallido de la historia deviene excusa u ocasión para la
producción de lo novedoso. El síntoma pierde su sentido enigmático y el interés
del sujeto se desplaza hacia otras cosas que le resultan útiles. Un nudo se
ajusta y algo en el sujeto se cierra, permitiéndole acceder a una nueva forma de
existir.
Saber
hacer con el síntoma es saber hacer Uno con tres, saber que implica
un trabajo combinatorio de elementos discontinuos que serán modelados y
ordenados artesanalmente.
La unicidad obtenida
es herética y profana, en la medida en que este Uno consiste preservando la
diferencia y la inconsistencia de la estructura. La práctica clínica revela sin cesar que no basta con que el sujeto tenga un cierto
número de bienes, a esos bienes hay que poder utilizarlos.
Saber hacer con el
síntoma es entonces, saber hacer con la ex - sistencia.
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