Si hay algo que caracteriza a nuestra época
es el individualismo. Cada quién intenta preservar su lugar muchas veces a
cualquier precio. Más allá de una visión sociológica, cualquier disciplina
humanística se ve interrogada por las presentaciones actuales del lazo social.
Tal como lo muestra el origen de Facebook, su
creador se inspiró en sus dificultades para establecer lazos con los otros. El
vínculo por internet resultaba más liviano y por ende más relajado que un
encuentro cara a cara.
Los lazos se encuentran entorpecidos y en
este punto es que las redes sociales cumplen un papel primordial en la
actualidad. Asimismo, el Whatsapp invita a comunicarse rápida y gratuitamente.
La velocidad con la que llegan los mensajes es tal que puede generar cierta
confusión: con la misma rapidez se pueden establecer o disolver relaciones.
Facebook, Twitter son construcciones sociales
por haber nacido a partir de condiciones de época de las cuales no podemos
estar exentos. De la mano de las redes sociales, cuestiones privadas se hacen
públicas para un grupo anónimo y universal. Simultáneamente, cuestiones
universales se divulgan en las redes generando identificaciones constantes que
no carecen de utilidad para ciertas marcas e industrias que se promocionan de
forma masiva.
Por otro lado, un mensaje de texto es tomado
como un hecho, del mismo modo en que el bloqueo de una persona en Facebook
genera la ilusión de que esa persona desaparece. Claramente es un engaño, ya
que fácilmente puede acceder al perfil prohibido mediante cualquier otra
cuenta. Asimismo, un mensaje de texto no es un hecho a menos que alguien lo
signifique de ese modo. Los modos actuales de comunicación suelen utilizarse
como excusa para evadir situaciones de compromiso: “¿no te llego mi mensaje?”, “te
mandé un whatsapp pero está caída la red”.
Es interesante pensar los límites de la
virtualidad y la realidad. Recientemente se difundió una noticia en donde una
mujer había matado a su pareja por que otra mujer le había “dado un toque” por
el Facebook. Por más feo que suene, el único toque válido es aquel que se
produce en la realidad y de ningún modo se justifica el exterminio del otro.
Esta situación revela cierto peligro cuando
los límites entre lo virtual y lo real se difuminan. Por otra parte, existe una
intención social de borrar al otro si se presenta como amenazante. El bloqueo
como una de las funciones que tiene Facebook es el reflejo de un afán social
mucho más preocupante, tal como la violencia lo demuestra.
Bloquear al otro por una tontería, refleja
nuestra dificultad para soportar lo que nos resulta desagradable. Si bien lo
diferente siempre fue difícil de tolerar, en nuestra época predominan las
conductas renegatorias. Ante cualquier estímulo que recuerde la falta
fundamental que habita a todo ser humano, surgen reacciones defensivas que en
mayor o menor medida, tienen consecuencias.
La ciencia y los avances tecnológicos han
brindado valiosos productos a las sociedades, pero para poder disfrutarlos es
preciso estar advertidos de que estos objetos creados por la ciencia son medios
y no fines.
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