jueves, 7 de agosto de 2014

Son cosas que pasan


En el silencio de esta amplia habitación, cada sonido se torna estridente.
A través de la gigantesca puerta de madera los rayos del día van generando oscuridades e iluminaciones repentinas. Es una luz regulada por la naturaleza.
Mi naturaleza es exagerar todo con este marcado sentimiento de conexión con el mundo. Varias veces tuve que escuchar que yo era muy sensible, que percibía lo que los demás no podían ver.
Estoy acostumbrado a ser la piedrita negra en el frasco de piedras blancas, ese tipo que se destaca por andar denunciando todo aquello que está mal. Nunca voy a entender porque los demás no dicen nada, ante la injusticia, el error, la falta de respeto…¿será una cuestión cultural de este país? ¿es correcto silenciar lo que debe ser dicho?.
Anyway, siempre quise ser una piedra como las otras, de esas que pasan desapercibidas porque forman parte del conjunto de piedras del mismo color. No estoy conforme con mi picante forma de ser, la comida muy condimentada no es elegida por todo el mundo.
Pero vayamos a lo importante. Siempre soñé con una vida feliz al lado de mi amada, por algo me fue necesario soñar que estaba con ella, viajando en un tren hacia un bellísimo lugar, mientras la lluvia acariciaba las ventanillas. También soñaba que ella me amaba así de imperfecto como soy, así de hipersensible, así de diferente, así de profundo.
Estando en esta habitación solo, pensar en ella es inevitable. El mundo se detiene, ya no habito ninguna historia, simplemente estoy con Mariela mientras ella está conmigo. Y ahora, no creo que exista nada más importante que la sensación de estar besándola, que quedó grabada en mis labios como un tatuaje cenestésico.
A veces la extraño tanto que necesito rezar, pedirle a Dios que me libere de la nostalgia. Ella siempre estuvo en otro lado, lejana e inaccesible. Termino pensando que por más que lo quiera con todas mis fuerzas, estar juntos implicaría una transformación. Es decir, yo me volvería una piedra blanca en el frasquito de la mesa de luz de alguien, dejaría de extrañarla y tendría una relación de pareja común y corriente.
Siempre dando la nota con estos padecimientos del corazón…desde la escuela primaria. Aunque la terapia, las terapias, me ayudaron a tolerar mejor, ninguna pudo salvarme de este fatídico modo de sentir el amor.
Solo me consuela imaginar que si por fin, ella me quisiera como yo la quiero, y si al fin pudiéramos vivir juntos, dejaría de estar inspirado. O tal vez no, porque si ella estuviera al lado mío dejaría de perder el tiempo pensando y me convertiría en un artista. 



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