Inspirada en la frase de una
paciente (divina persona), tuve ganas de escribir algo sobre este objeto de
pensamiento tan particular: “el ex”. En una sesión ella dijo: “mi ex es como un
cáncer, porque es algo que no se cura, porque siempre está latente para
volverse a despertar con reclamos”. Tan precisa fue la metáfora, que me inspiró
a circunscribir una problemática que muchas veces se naturaliza. ¿La ex pareja
tiene derechos a seguir haciendo reclamos?. Aquí se observa un abanico de
situaciones variadas, en donde las personas manejan como pueden una relación
que se vuelve más compleja en el caso de tener hijos en común. En estos casos,
se trata de un vínculo permanente, definitivo con ese otro con el que
compartimos tantas experiencias. Pero como suele suceder en la vida, las cosas
se mezclan naturalmente.
Les voy a contar una anécdota que
fue para mí de lo más instructiva: estaba rindiendo un examen libre en la
facultad de Psicología. La materia me encantaba, Biológica II, porque podía
desplegar mi placer por la medicina. Ya había hecho el escrito, con un tiempo
justo y las últimas preguntas las había respondido bajo la presión del reloj.
Salí del aula mientras lo corregían y aproveché para ponerme a chequear esas
últimas frases que escribí, teniendo la horrible sensación de haberme
equivocado con las hormonas. Pasaba rápidamente las páginas de mis resúmenes cuando
me percato de que si, efectivamente mezclé las hormonas femeninas. Como estaba
sola en la escalera, empecé a putear en voz alta. Y escucho la voz del profesor
a mis espaldas: “Bueno Lucero! No se preocupe que en el cuerpo femenino las
hormonas funcionan mezcladas!. Además en la vida, todo se mezcla”.
En la vida todo se mezcla me dijo
el profe. Y es esa mezcla, la que complejiza esta relación con la ex pareja.
Muchos me hablaron del sueño dorado de tener una relación de amistad con su ex.
Otros mantienen en la realidad una relación de amistad. ¿Es esto posible?, ¿Es
realmente una amistad?, ¿Será que para algunos afortunados se dio la posibilidad
de ser amigos de su ex? ¿o será que uno de los dos aún conserva la esperanza de
volver y por ese motivo finge una amistad que es en realidad una espera
sufriente?.
Tal como decía Freud, en el ámbito
afectivo no hay tantas variantes como suele creerse. Dentro de las polaridades
anímicas, Freud sitúa éstas: amor, odio o indiferencia. Cuando la relación con
un ex se vuelve tempestuosa, va del amor al odio y del odio al amor. Los
reproches del ex o hacia el ex, suelen ser unilaterales, porque el otro miembro
de la ex pareja, no los puede vivir como algo recíproco. Reproches disfrazados
o reproches desnudos de pasión: “¿así que ya tenés novia?” “¿Ella es mejor que
yo?”. Todo sujeto hablante puede corroborar que el tiempo real (el tiempo del
almanaque) no se condice necesariamente con el tiempo psíquico o subjetivo. Nos
separamos hace tres años, pero esos tres años pueden significar tres días o
tres meses…
En medio de esta “mezcla” de cosas,
¿cuál es la manera óptima de manejarse?. Parece ser que la relación con un ex puede
llevarnos a sentirnos como el personaje femenino en la película “Laberinto”, y la
única salida es el límite. Esto quiere decir que, salvo en situaciones
particulares en donde ambos miembros de la relación han decidido terminar al
mismo tiempo y están de acuerdo como en espejo (cosa muy rara…), el problema en
esta relación se sostiene de una asimetría fundamental, que es necesario
equilibrar y limitar de alguna forma para el bienestar de los demás. Si uno
está en la indiferencia, y el otro está en el amor-odio, esa asimetría se hace
sentir y no de la mejor manera. Del lado del amor, ese ex amante se comporta
como un ser sometido que lo soporta, lo perdona y lo complace todo con la
ilusión de volver. Del lado del odio, ese ex amante se comporta como un ser
tirano, agresivo y violento que busca entorpecer la felicidad del otro. Por
este motivo, el que está del lado de la indiferencia (=duelo realizado) no debe
alimentar las ilusiones de su ex pareja, de ningún modo, ni siquiera bajo la
forma de una inofensiva amistad. Tampoco debe enredarse en los afectos del otro
con el pretexto de no hacerlo sufrir.
Aquel que está del lado de la
indiferencia (guarda cariño por la ex pareja, trata con respeto y cuida las
formas para mantener una relación pacífica, pero ya no lo/la considera “pareja”),
tiene la posibilidad de limitar, enmarcar una nueva forma de relación. En este
sentido, y teniendo en cuenta múltiples situaciones de vida, la “amistad” con
la ex pareja, queda descartada. Si el indiferente sostiene una amistad por la
razón que sea, muy en el fondo termina siendo un acto de sadismo para aquel que
ama u odia, aún.
Hay una diferencia sustancial
entre tener una relación buena, pacífica, con buena comunicación y ser “amigos”.
Algunos pacientes han manifestado su disgusto por la relación que su pareja
actual mantiene con su ex. En todos estos casos, había una relación amistosa
entre ellos hasta el punto de configurarse un trío afectivo que generaba la tan
conocida meseta de no estar del todo con nadie: “ni con vos ni con ella”, “ni
con vos, ni con él”. Una mitad se quedó con el ex, y la otra mitad trata de formar
una nueva relación.
Por más triste que sea, cuando
una relación de pareja termina, con esa relación deben irse los celos, las charlas
prolongadas por wathsapp, los favores, los regalos, los cuidados especiales,
las contemplaciones, la fidelidad en redes sociales, ni hablar de los
reencuentros sexuales recordatorios. No se puede empezar algo nuevo si la
historia anterior no está cerrada. Y una amistad, lo que hace es mantener una
llama encendida, una puerta abierta, una brecha que impide un corte adecuado
con el otro.
Volviendo a la anécdota de mi
examen, las hormonas se mezclan naturalmente a menos que uno las separe con
fines académicos, pedagógicos o de investigación. Lo mismo ocurre en estas
relaciones, las emociones se mezclan a menos que uno las separe con fines de
convivencia y crecimiento personal; y porque no, por el bien de los hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario