jueves, 30 de junio de 2016

Decir que no


A pesar de que la corriente cultural de nuestros días promueve el pensamiento positivo, no siempre hay que decir que sí. Pensar en positivo significa saber decir que no cuando es necesario. De hecho, solo en un sentido ideal puede hablarse de positivo y negativo por separado, ya que al decir que sí a una situación, simultáneamente se le dice que no a otras.
A veces, surgen situaciones en donde es difícil discernir si aquello que los demás piden es más o menos acorde con lo que cada quien quiere hacer. Hay momentos en donde determinado pedido, situación o relación no coincide con lo que la persona quiere, y a pesar de eso no puede decir que no.
Los ideales, los miedos, las inseguridades en muchas ocasiones colaboran para sostener circunstancias que son verdaderamente insoportables. A costos muy elevados, la situación desagradable permanece agravándose con el paso del tiempo. Es necesario reconocer una paradoja humana: decir que sí al sufrimiento es más sencillo que decir que sí al bienestar. ¿Acaso al ser humano le gusta sufrir?.
En realidad, es difícil decirle que no al sufrimiento porque esto implica apostar al bienestar, con los movimientos que esta apuesta requiere. Decir que no, es introducir un límite que demarca un terreno posible de habitar para cada persona. Por lo tanto, no es el sí lo que conlleva el no, es a partir del no que surge el sí por añadidura.
El campo de las relaciones muestra las dificultades que aparecen cuando es tiempo de decir que no y esta negativa no se produce. El problema que surge aquí es que sin el límite no surgen nuevas oportunidades de placer y satisfacción.
En el caso particular de las relaciones amorosas, la cuestión se complica porque hay más de una persona involucrada. Los actos que acompañan al hecho de decir que no suelen implicar grandes modificaciones (económicas, sociales, geográficas, anímicas) que inevitablemente provocan miedo, pero no necesariamente parálisis o resignación.
¿Cuándo es preciso decir que no?

·        Cuando el sufrimiento es algo “normal”.
·        cuando hay insatisfacción sostenida.
·        cuando existe maltrato físico, simbólico o emocional.
·      cuando la persona se siente muy desfasada entre lo que tiene y lo que quisiera tener.
·   cuando, en pos de sostener la situación actual, se renuncia a cosas, proyectos o acciones valiosas que la persona quisiera conservar.
·     cuando la situación imperante implica pérdida de dignidad, identidad o autonomía.

Aunque “decir que no” responde a cuestiones muy amplias, en la mayoría de los casos se esconde una verdad imposible de descuidar: hay que decir que no cuando el deseo no está allí.
Para ponerle un límite a lo intolerable resulta imprescindible detectar el malestar, des-naturalizando el dolor, la agresión y las ideas que impiden el simple placer de vivir.

El placer de vivir tiene su precio, pero nunca es tan costoso como el sufrimiento.


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