En el silencio de esta amplia habitación,
cada sonido se torna estridente.
A través de la gigantesca puerta de madera
los rayos del día van generando oscuridades e iluminaciones repentinas. Es una
luz regulada por la naturaleza.
Mi naturaleza es exagerar todo con este
marcado sentimiento de conexión con el mundo. Varias veces tuve que escuchar
que yo era muy sensible, que percibía lo que los demás no podían ver.
Estoy acostumbrado a ser la piedrita negra en
el frasco de piedras blancas, ese tipo que se destaca por andar denunciando
todo aquello que está mal. Nunca voy a entender porque los demás no dicen nada,
ante la injusticia, el error, la falta de respeto…¿será una cuestión cultural
de este país? ¿es correcto silenciar lo que debe ser dicho?.
Anyway, siempre quise ser una piedra como las
otras, de esas que pasan desapercibidas porque forman parte del conjunto de
piedras del mismo color. No estoy conforme con mi picante forma de ser, la
comida muy condimentada no es elegida por todo el mundo.
Pero vayamos a lo importante. Siempre soñé con
una vida feliz al lado de mi amada, por algo me fue necesario soñar que estaba
con ella, viajando en un tren hacia un bellísimo lugar, mientras la lluvia
acariciaba las ventanillas. También soñaba que ella me amaba así de imperfecto
como soy, así de hipersensible, así de diferente, así de profundo.
Estando en esta habitación solo, pensar en
ella es inevitable. El mundo se detiene, ya no habito ninguna historia,
simplemente estoy con Mariela mientras ella está conmigo. Y ahora, no creo que
exista nada más importante que la sensación de estar besándola, que quedó grabada
en mis labios como un tatuaje cenestésico.
A veces la extraño tanto que necesito rezar,
pedirle a Dios que me libere de la nostalgia. Ella siempre estuvo en otro lado,
lejana e inaccesible. Termino pensando que por más que lo quiera con todas mis
fuerzas, estar juntos implicaría una transformación. Es decir, yo me volvería
una piedra blanca en el frasquito de la mesa de luz de alguien, dejaría de
extrañarla y tendría una relación de pareja común y corriente.
Siempre dando la nota con estos padecimientos
del corazón…desde la escuela primaria. Aunque la terapia, las terapias, me
ayudaron a tolerar mejor, ninguna pudo salvarme de este fatídico modo de sentir
el amor.
Solo me consuela imaginar que si por fin,
ella me quisiera como yo la quiero, y si al fin pudiéramos vivir juntos,
dejaría de estar inspirado. O tal vez no, porque si ella estuviera al lado mío dejaría
de perder el tiempo pensando y me convertiría en un artista.