“Se trata menos de
recordar que de reescribir la historia”
J. Lacan
Es sabido que “tiempo” es el nombre que
designa la realidad en su dimensión de acontecimiento. Según el diccionario de
la Real Academia Española, el tiempo es la “magnitud física que permite ordenar
la secuencia de los sucesos”. Nadie duda de que el tiempo es algo que
transcurre incesante y firmemente. Por ser una magnitud física, su medida es
exacta; no se puede adelantar ni atrasar, solo resta vivirlo allí donde sucede.
Comunes son las fantasías en las cuales la
persona se imagina retrocediendo en el tiempo para modificar así algún episodio
de la vida, o para volver a disponer de algo que, en el presente, se ha
perdido. Viajar en el tiempo es una fantasía que admite múltiples variantes,
pero en rasgos generales se fantasea con viajar al pasado para revertir un
acontecimiento o decisión, o bien viajar al futuro para evadir alguna situación
presente que resulta intolerable. Otra posibilidad es la de imaginar que el
tiempo se detiene, se congela en un disfrute eterno, la quietud, la calma y la
satisfacción absoluta comandan la mayoría de las fantasías relacionadas con el
tiempo.
Más allá del fantaseo, que representa en sí
mismo un momento de placer, ¿cómo explicar ciertas sensaciones humanas como el
sentimiento de que el tiempo no pasa, o que pasa muy rápidamente?.
El reloj es un referente incuestionable en lo
que refiere al tiempo, es una medida real del transcurso de los segundos, los
minutos, las horas. El reloj es socialmente aceptado como la medida correcta y
compartida. Pero en ocasiones, las personas prescinden del reloj y viven su
propio tiempo. A pesar del reloj, accesible para cualquiera, es común que las
personas lleguen tarde a algunos de sus compromisos o demasiado temprano. Los
sueños por ejemplo, revelan un tiempo lógico que deja a la cronología en un segundo
plano. En el sueño coexisten elementos antiguos y presentes de la vida,
generando la confusión entre pasado y presente. En este aspecto, la puesta en
imágenes del sueño muestra contenidos que son actuales para el soñante,
independientemente del reloj.
Tan conocido es ese cuadro de S. Dalí, “la
persistencia de la memoria”, en donde los relojes aparecen derretidos en medio
de un espacio de tipo onírico. Esa figuración que propuso Dalí es
indudablemente la imagen de la realidad del psiquismo humano. Realidad que
muchas veces no coincide con la realidad material, establecida culturalmente.
Por lo tanto, que la medida del tiempo sea
exacta no significa que el tiempo sea una dimensión absoluta. Al respecto, A. Einstein
sostuvo en su teoría de la relatividad que el tiempo no es separable de la
dimensión del espacio, y que depende de las condiciones del observador (1).
El planteo de Einstein es revolucionario en
la medida en que introdujo lo relativo, pensar el tiempo como relativo equivale
por lo tanto a introducir algo de subjetividad en una ciencia exacta como es la
Física. Según Einstein, ni la realidad física es absoluta y estática, depende
de múltiples condiciones que varían de una situación a otra.
Del mismo modo en que Einstein introdujo la
relatividad en la ciencia física, S. Freud introdujo a lo inconsciente como
realidad determinante de la existencia del sujeto (2). Es cierto que lo
inconsciente guarda las marcas primarias de los acontecimientos (cosas
escuchadas, vistas y sentidas), pero se encuentra en conexión con los sucesos
actuales de la vida, y es en el presente en donde existe la posibilidad de establecer la importancia o no de dichos
acontecimientos.
Suele decirse que el psicoanálisis se remite exclusivamente
al pasado, pero esta es una afirmación que proviene de aquel que, de seguro, no
hizo jamás psicoanálisis.
El que pasó por la experiencia de un análisis
sabe que se trabaja en el presente de cada sesión. ¿De que presente se trata?
En nuestra época, circula la ambición de “disfrutar
del presente”, idea que coincide con esta otra “que no te importe nada” (3). Había
una propaganda de Nike que mostraba a un deportista compenetrado con lo que
estaba haciendo, y debajo de la imagen versaba “just do it”, solo hazlo. Pensar
que las cosas que importan se hacen simplemente y sin remisión a la propia
historia es una ilusión, lo cual no está mal porque las ilusiones siempre se
venden y más aún si involucran una satisfacción inmediata. Pero ¿quién puede
estar al nivel del “just do it”?.
Puede decirse que está a la altura aquel que
pudo ubicarse en su historia, no aquel que vive en un presente aislado de lo
vivido con anterioridad, sin cortes ni contrastes.
Por otra parte, para el ser humano no es
posible que no le importe nada. Sencillamente hay cosas que importan. Aunque
los intereses varíen de una etapa a otra, siempre hay algo que importa. Es más,
hay cosas pasadas que importan tanto que funcionan como un tatuaje psíquico que
atrae a todo aquello que ocurre en el presente, y este tatuaje o sello se
imprime en diferentes situaciones actuales sin poder evitarlo, a veces sin
saberlo.
Se puede decir que hay acontecimientos pasados
que dejan marcas placenteras y dolorosas, pero eso no es la historia para el
psicoanálisis. La historia es una elaboración que cada quién hace en el presente.
El pasado sin la lectura del presente no es más que cronología, pero el
presente desvinculado del pasado tampoco significa mucho.
El único tiempo importante es aquel que es
habitado, vivido. Para disfrutar del tiempo presente no alcanza con revivir
momentos pasados y proyectar a futuro. Es preciso reinventar la historia en el
presente, lo cual anula toda posibilidad de destino prefijado.
Tal vez los futuros avances de la ciencia
permitan cumplir el sueño de muchos, de viajar en el tiempo, pero ni esa
posibilidad ahorraría al ser humano la contingencia de los acontecimientos y el
envejecimiento. Mientras tanto, cada uno puede hacer uso de esa magnitud física
que es el tiempo como le place, cuestión que no está demás resaltar. Desde el
momento en que el tiempo de la física es apropiado, se transforma en el tiempo
del sujeto, con toda la relatividad que puede involucrar pero fundamentalmente,
permitiendo la concreción de lo deseado.
Por más banal que parezca, hay que recordar
que en el pasado no se puede generar nada nuevo, solo en el presente existe la
opción y el margen de libertad para modificar, reescribir, re-formular la propia
existencia.
(1)El supuesto básico de la teoría de la relatividad es que la localización de los sucesos físicos, tanto en el tiempo como en el espacio, son relativos al estado de movimiento del observador: así, la longitud de un objeto en movimiento o el instante en que algo sucede no son invariantes absolutos, y diferentes observadores en movimiento relativo entre sí diferirán (las longitudes y los intervalos temporales son relativos y no absolutos).
(2) S. Freud. La interpretación de los sueños. Amorrortu Editores.
(3) Se alude a diferentes propagandas de productos de consumo masivo.