sábado, 7 de enero de 2012

Fantasmas



"Un oscuro secreto amor, una antigua noticia por nadie confirmada, que sola continúa y pesa; el vino hace su tiempo, la distancia se puebla de construcciones memorables". J. Cortázar. Salvo el Crepúsculo.

Los fantasmas (del griego “aparición”) en el lenguaje común se refieren a las almas errantes que se manifiestan en el mundo de los vivos. En las películas de terror suelen aparecer todo tipo de fantasmas, y a pesar de las diferencias, todas las tramas tienen un punto en común: el protagonista descubre la historia del susodicho espíritu inquieto que de manera más o menos turbulenta comienza a dar señales de presencia. Es así que se trata de seres que han quedado a mitad de camino por dejar cosas inconclusas, porque hubo un crimen de por medio o porque no se realizaron los ritos de sepultura correspondientes.
En las películas de terror como en la vida, vemos que cuando algo queda inconcluso comienza a hacer estragos. Eso que no se ha terminado, que por lo general no se ha entendido del todo, retorna para hacerse escuchar.
Algo que es muy común en el terror japonés, es la repetición de la escena traumática, una y otra vez sin que haya un corte, un cierre. Queda en manos del protagonista poner un fin a la serie que se repite sin cesar e invade el terreno de los vivos. Otro aspecto fundamental del fantasma es el tiempo, que viene a ser un perpetuo presente que se eternifica por medio de la repetición. Cambian las situaciones pero no la lógica.
J. Lacan elaboro el concepto de fantasma para dar cuenta de una argumentación lógica que comanda la relación del sujeto con su deseo. En términos generales, la función de los fantasmas es doble: por un lado asustan, por otro lado sostienen cierta realidad en la que creemos. Realidad siempre construida con diferentes materiales tales como cosas vistas, palabras oídas, interpretaciones.
Puede decirse que el fantasma es una máquina de “verdades”. La verdad que encierra el fantasma es singular, y se esconde detrás de un velo, una pantalla, aparece y de repente desaparece, pero siempre está. Cuando aparece nos asusta, pero cuando desaparece sostiene todas nuestras creencias, es la realidad psíquica. Esta doble cara del fantasma facilita un abanico de variantes a la hora de entender las cosas, las relaciones, los proyectos, la propia identidad. El fantasma también escribe la forma en que disfrutamos o sufrimos. Esto sucede por la sencilla razón de que se trata de un argumento armado por el sujeto, es una respuesta a una pregunta. El fantasma revela la forma en que el sujeto pudo responder frente a aquello que no tiene respuesta, por eso el fantasma muestra una escena imposible.
Volviendo a las películas de espíritus, vemos que el fantasma puede ser tocado y no sufre ninguna alteración. La única forma de que los espíritus descansen en paz es si los atravesamos por completo conociendo su historia. Es en éste momento cuando el velo cae. Eso a lo que más le temíamos se quita el disfraz y que hay debajo: nada. Detrás del velo está el vacío.
Podemos decir que el fantasma es una ficción que cuando se atraviesa deja de asustar y permite producir.


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